viernes, 26 de abril de 2013

Los niños y el sueño reparador

Que pasa ahora con los niños y la falta de autoridad?

muebles sandalo


Muchos padres decidieron ser amigos de sus hijos en lugar de padres. Ahí empezó el desastre. Han ignorado las normas de educación infantil heredadas y educan a sus hijos de acuerdo a su intuición y a ideas frívolas sin fundamento alguno. 

Un estudio de la UAM Iztapalapa comparó cuántas horas duermen los niños mexicanos, los españoles y los alemanes de entre 5 y 12 y los resultados no favorecen a los nuestros. Mientras los niños europeos duermen de 10 a 11 horas diarias, los nuestros duermen entre 7 y 9. 

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El estudio demuestra que la falta de sueño afecta el crecimiento del niño, sus hábitos alimenticios, su desarrollo intelectual e, incluso, su peso. 

La autora de la investigación, Yoaly Arana Lechuga, asegura que no dormir lo necesario repercute en la capacidad intelectual, en la atención y en el desarrollo del niño. O sea, un niño mal dormido tiene más problemas en el colegio de los que tendría si durmiera bien. 

Ése es uno de los cambios dañinos hechos por la actual generación de papás, la más sobreprotectora en nuestra historia. (Toda generalización es injusta, pero digamos que se trata de la mayoría de papás en cualquier estrato social). 

Antes los niños cenaban, se bañaban y se iban a dormir. La hora variaba un poco con la edad, pero la mayoría de los cuarentones actuales se dormían a las 8:30 PM, a más tardar. Y despertaban alrededor de las 6:30 AM, o sea, dormían 10 horas. 

Sin embargo, esa generación decidió en algún recodo del camino, educar con más libertad a sus propios hijos y eliminó la restricción de la hora de dormir entre semana o durante el fin de semana. Que se duerman cuando quieran.
¿Resultados? Una lucha cotidiana por dormirlos a las 11 o 12 de la noche, niños malhumorados por las mañanas, aumento de quejas en los colegios porque están cansados e irritables y papás repelando, pero resignados a este nuevo modo de ser; no es fácil meterlos al orden cuando lo desconocen. 

Antes dormíamos a los hijos contándoles un cuento y a algunos, rascándoles la espalda. Ya no; ahora la televisión y todos los juegos electrónicos se han convertido en nanas que pegan, por horas, a los niños a una pantalla y sólo cuando caen agotados, son llevados a la cama. 

El gran error de los padres educadores “en la libertad” es que ignoran algo esencial: los niños no entienden qué es la libertad y, menos, que ésta exige defender nuestros derechos, pero también cumplir con nuestras responsabilidades. 

La National Sleep Foundation y la Academia Americana de Pediatría  recomiendan retirar la tele de sus recámaras, no dejarlos que lean, vean o escuchen algo que los inquiete, atemorice o estimule antes de dormir y limitar el tiempo frente a la televisión o los juegos electrónicos a una o dos horas, como máximo. 

Esta generación de padres decidió eliminar la disciplina de la vida de sus hijos “para que no se traumen”. Por eso, entre otras cosas, los dejan comer cuando se les da la gana, en donde se les da la gana y sólo lo que se les da la gana.
Antes comíamos en una mesa, lo que nos servían y nos levantábamos sólo al terminar de comer. Ahora comen en la cama, frente a la tele o en el comedor y por etapas: dan una mordida a la pizza, se van a jugar, regresan a dar otra mordida y se vuelven a ir. Por eso tienen hambre a deshoras y problemas digestivos de adultos. 

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Los nuevos papás han eliminado la cortesía y el respeto de la vida de sus hijos: los dejan entrar y salir de donde sea, no saludan, gritan y desobedecen a sus padres que todo lo aceptan “porque son niños”.
Estos padres llegan al colegio a decir: “A mi hijo nadie le puede llamar la atención, sólo nosotros”. (¿Para qué los inscriben, entonces, en donde se les debe acompañar en su desarrollo y para eso es necesario, a veces, llamarles la atención?) 

Esta generación de padres confunde, absurdamente, el autoritarismo con la autoridad. Si el autoritarismo es un abuso, la autoridad es una necesidad esencial para la educación, de nuevo, porque los niños no tienen idea de lo que está bien y de lo que está mal. 

Ojalá los papás recordaran que esos niños y adolescentes exigentes, caprichosos y desvelados serán los líderes de mañana y necesitan más sueño, disciplina y autoridad para ser educados. 

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